DANIEL MONTIEL
ARTES VISUALES
El amor
es...
Cuando el amor os llama, seguidlo, aunque sus caminos sean duros y abruptos.
Y cuando sus brazos os envuelvan, entregaos a él, aunque su voz haga añicos vuestros sueños, como el viento del Norte cuando se abate devastador sobre el jardín.
Del mismo modo que el amor os ensalza, así ha de crucificaros. Y si os cultiva, es que por él habréis de ser podados.
Y tal como se yergue sobre nuestro talle vegetal y acaricia las delicadas ramas qe titilean trémulas bajo el sol, así también descenderá hacia vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo implacable con la tierra.
Como haces de trigo os reunió en su corazón. Él os llevó a la trilla para rescataros desnudos.
Él os llevó al tamiz para liberaros de la cáscara que cubre vuestra piel.
Él os llevó a moler para haceros puros y blancos.
Él os llevó a amasar para que seais dóciles; Solo entonces os habrá dispuesto sobre su fuego santo para que podáis amanecer como el pan sagrado a la mesa de Dios Todopoderoso.
Todas esas cosas hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos que alberga su corazón.
Y así, con esta certeza, florezcáis como un fragmento en el pilar de la Vida.
Pero si en vuestro miedo anheláis la paz y el placer del amor, mejor sería que cubrieseis vuestra desnudez y os marcharais de su era hacia un mundo sin veranos ni inviernos donde reiréis, sí, pero no con toda vuestra risa, y donde lloraréis, también, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da más que de sí mismo y no toma de nadie más que de él.
El amor ni posee ni puede ser poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando amas no puedes decir: "Dios está en mi corazón" mas bien ha de ser: "Yo estoy en el corazón de Dios"
Y piensa que tampoco puedes dirigir los designios del amor, porque el amor, si te encuentra digno de su favor, será quien dirija tu destino.
El amor no desea más que satisfacerse.
Pero si amas, necesariamente debes sentir deseos; que éstos sean tus deseos:
El de fundirte y ser como la corriente del arroyo que canta sus melodías a la noche.
El de saber que duela la mucha hermosura.
El de ser herido por comprender la escencia del amor;
Y desangrarte libre y alegramente.
El de despertar al alba con el corazón aleteando y dar gracias por otro día de amor.
El de descansar al mediodía y meditar en el éxtasis del amor.
El de volver a casa al atardecer con gratitud;
Y entonces, dormir con una plegaria en el corazón por el amado y una canción de alabanza prendida de tus labios.
El profeta.
Khalil Gibrán.